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jueves, 26 diciembre, 2024
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Óskar

Ramón Puche Díaz

En la temporada 2000-2001 de la liga estadounidense de baloncesto (NBA), unos individuos apellidados O’Neal y Bryant, entre otros, estuvieron a punto de realizar con Los Ángeles Lakers una proeza nunca antes lograda: mantenerse invictos en un playoff por el título del campeonato. Solo los Pacers de Indiana lograron vencer a los angelinos en un solo encuentro de dicha fase final. El resto de los partidos, hasta quince, fueron dominados de principio a fin por ese legendario equipo.

Muy pocos equipos deportivos han conseguido ganar en todos los partidos de una competición; en fútbol, solo los Celtics de Glasgow lo lograron en la temporada 1966-1967. El mítico líder de ese equipo, Billy McNeill, también logró la hazaña de marcar aquel año el gol de la victoria en la final de la hoy llamada Champions League frente al A.C. Milan. Probablemente exista algún otro ejemplo más de lo llamado una temporada “perfecta”, pero es algo, como poco, excepcional.

El domingo 14 de mayo culminó en Yecla una gesta baloncestística que quedará escrita para la historia en el deporte yeclano. El equipo de los cadetes de la Red Deportiva Yecla, RDY Mobel Yecla, concluyó la fase final del campeonato de la misma manera que la fase regular, con pleno de victorias: diecinueve, sin ninguna derrota. Equipos como el Real Murcia, Águilas o F.C. Cartagena han sido algunos de los conjuntos superados por los chicos de Óskar González y Enrique Campoy.
Aunque un titular de la noticia no sería nada lejano a “El RDY Mobel Yecla, el campeón imbatible”, o, “La temporada perfecta”, la verdadera intrahistoria de la noticia es mucho más significativa y reveladora.

Este equipo lleva varios años entrenando juntos; nunca se seleccionaron a los jugadores entre un grupo numeroso de chicos, no, sino que se inscribieron los que había, sin ni siquiera conocer sus cualidades deportivas. Y aunque contaron con grandes personas que los entrenaron en años anteriores, el nivel de conocimiento de estrategia y táctica baloncestística de este equipo al inicio de esta misma temporada se podría calificar como básico. Sin querer ser injusto, lo único que tenían estos jugadores en común, además del color azul de la camiseta del equipo, era que formaban un grupo de jóvenes responsables y trabajadores.

Llegó la pretemporada de la liga 2022-2023 y con ella el gran acierto de la directiva de la Red Deportiva Yecla al designar a Óskar González como entrenador del Cadete Mobel Yecla. Además de poseer tan amplios conocimientos de baloncesto, ha sido su faceta didáctica y psicológica la que ha calado profundamente en estos chicos de 15 y 16 años.
Jóvenes que han demostrado un enorme sacrificio al tener que compaginar los estudios escolares con el baloncesto seis días a la semana y, a veces, hasta siete. Han practicado, corregido, saltado, corrido e incluso respirado toda clase de estiramientos, habilidades individuales, fundamentos técnicos, tiro, tácticas, defensa, rebote y todo lo que su entrenador les proponía. Lo han dado todo y un poquito más.

Un entrenador que les ha mostrado el camino de cómo hacer bien las cosas y que ha convertido al baloncesto en una metáfora de la vida. Que no importa quién eres, sino en lo que te puedes convertir, que nadie te regala nada si no luchas por ello y que lo que realmente importa no es ganar, sino darlo todo para poder aspirar a la victoria. Siempre respetando en todo momento a tu rival. Todos estos valores los ha transmitido este entrenador de baloncesto, quien se ha ganado el respeto de sus pupilos y de todos los que lo han conocido.

Pasarán años. Llegarán, cómo no, derrotas. Quizá ninguno de estos chicos vuelva a levantar una copa, o tal vez sí, quién sabe. Óskar continuará con ellos o tomará otro camino, pero pase lo que pase, algo permanecerá inalterable, y será la etapa vivida por este grupo de jóvenes, el año en que lograron una temporada “perfecta”. Chicos que un día sonrieron al lograr algo juntos, consiguiéndolo todos a una.
Y sin duda alguna, cuando sean adultos y los momentos difíciles les acechen como un pívot

contrario agresivo, un lanzador infalible, o un mal arbitraje, evocarán las sabias indicaciones de aquel que fue su entrenador, aquel al que nunca, nunca olvidarán.
Enhorabuena. Gracias, Óskar.

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